domingo, 31 de marzo de 2013

Esto no es punki...

(o mi crónica de la Punk Trail de Sallent 2013)




El viernes me dedicaba a llamar gilipollas a la cara a gente que se queja porque no le dejan pagar y hoy hablo de lo gilipollas que fui yo acudiendo a una carrera gratuita. Lo siento pero esto va así: si en esta vida todos somos o acabamos siendo gilipollas en algún momento, la cuestión es asumirlo. Mi gilipollez vino por no saber mirar o no mirar en el momento exacto, pero dentro de ese empanamiento temporal, he de decir que disfruté de una bonita y dolorosa experiencia. Todo lo que no mata hace mas fuerte, y todo lo que me gusta es ilegal, inmoral o engorda. La Punk Trail cumple con todos los requisitos que he marcado anteriormente.

Para contar una historia hay que introducir al personaje, el marco y el concepto. Explicar que es la Punk Trail es sencillo porque se define de manera contraria a lo que decíamos de Bombers: es una carrera que nace sin la voluntad de hacer negocio, que surge de la mente de corredores que viven el "correr por correr" y en un entorno abierto, alejado de las calles cortadas y del asfalto. La prueba de Sallent celebraba el pasado domingo su segunda edición (siendo pionera en el género y generando carreras hermanas en Fonollosa, Calaf, Salelles y Vilomara) en la que unos 300 valientes se enfrentaron a las cuestas de la comarca del Bàges. Desde los locales del Koala's Team (alma mater de la prueba y la filosofía punk trail) hasta urbanitas como el menda tiraron al monte buscando hacer de algo tan habitual como correr por la montaña una cosa tan chula como correr en la montaña

La prueba no está cronometrada, no hay ganadores ni perdedores... pero he de admitiros que cerré la meta o casi la cerré. Tres horas y media tardé en poner fin a mi participación en la prueba larga, marcada en la web como un 23kms con +1000 de desnivel positivo pero que al final tuvo algo mas de recorrido sin tener claro el tema de la altimetría.






Fase 1: RAAAAAAAAAASSS!!

Tras haber sido protagonistas del primer "Harlem Fail" de la historia, los allí reunidos pusimos la directa buscando el primer desvío. La primera gran dificultad marcaba ya el destino de muchos: la gente del corto mirando los muros como dificultades añadidas en una carrera de caminos anchos y la del largo como aperitivo de lo que vendría. El Km 4 marcaba ya el final de la ruta conjunta y separaba caminos: bajada muy técnica donde mis Fuji Es empezaron a enseñar sus carencias. Digamos que no es una mala zapatilla si tu objetivo es hacer una carrera en una zona de montaña mas bien limpia o bajar por corriols de tierra; el caso es que el terreno de piedra suelta y mi poco peso me hicieron derrapar en varias ocasiones y, a partir de ahí, replantear el modo de bajar echando el culo hacia abajo y cargando si cabe aún mas los gemelos, algo que noté en la subida siguiente. La salida de aquel terreno se pagó cara y volví a la ruta combinada antes de afrontar el primer avituallamiento con las piernas como flanes. Habíamos superado ya diez kilómetros y uno ya tenía claro que, como cantaban los Lehendakaris Muertos, aquello no era punki sino muy jevi.

Fase 2: Nadie me va a mirar mal...

Eso es lo que pensaba mientras descansaba en el primer avituallamiento. Un refresco de limón (jamás había oído hablar de la Refrescat y puede que no la vuelva a oir jamás, así que no me podía ir sin probarla), unas chuches y a seguir subiendo y bajando por zonas muy muy buenas, de esas con un desnivel de los que cuesta subir pero que te permite correr ligerito. Bajada rápida por una zona escarpada (donde casi me atropella uno que traía peores zapatillas que yo, y era difícil) y un repecho hasta el segundo avituallamiento, donde no ibas a encontrar nada que fuera sólido o líquidos de recuperación. Cerveza y nada mas que cerveza: esta es una de las particularidades del Punk Trail y su filosofía, algo que encaja perfectamente en mi manera de entender el deporte. Sin embargo, y a riesgo de exponer mi estómago a apuros, solamente me tomé media Estrella y a seguir camino, que la tercera parada no debía estar lejos. Según íbamos llegando junto con la gente que venía haciendo el trail corto empezaba a sentirme mejor. No creo que haya sido la cerveza, pero la sensación de flaneo en las piernas desaparecía y me movía a gusto en aquel terreno. Aún así, seguía en mi cabeza el plan trazado en el primer parón: había que dejarle a los que van mejor el trail largo y seguir con la gente que iba al trail corto en lo que quedaba de recorrido. ¿Iba a ser el único? Puede que si, puede que no... pero me daba igual.

Fase 3: Mierda de ciudad

Me vine arriba en el tercer avituallamiento, con vistas privilegiadas de la comarca del Bàges y el musicón que atronaba por allí. Ska, rocksteady y los grandes éxitos del RRV. Me fui a gritos de aquel sitio al ritmo de "Mierda de Ciudad" de Kortatu y con ganas de dejar atrás la kilometrada. Centrado en la butifarrada del final empezaba a materializarse y con las mismas prisas que subí hacia el Cim de Montcogul acabé bajando hasta el cuarto avituallamiento en un bonito paraje, con la iglesia de fondo y la esperanza de llegar. Ya en ese último y esperado oasis me volqué en disfrutar de la carrera, viendo que en aquel instante las existencias de los avituallamientos se quedaban cortas. Aquello me indicaba que íbamos pasando ya de los últimos por aquel lugar y que la gente ya estaría llegando. Quedaba un pequeño empujón, un suave discurrir hacia la línea de meta y el pasaporte hacia un domingo de relax con los deberes cumplidos. Fue ese exceso de tranquilidad lo que propició que todo se fuera a la mierda.

Fase 4: Toma, Flipa y su puta madre

Venía con un grupo que alternaba posiciones en todo momento cuando de repente les veo girar, discurriendo por un camino señalado por las cintas que nos venían acompañando durante toda la carrera. De la charla previa en el coche con los compañeros de travesía (Julen, Rubén y Sandra, los "Sudar con Glam") recordaba que la última tachuela que tenían en el trail corto era una subida a dos kilometros de la meta, por lo que entendí que aquel rampón técnico sería el final del sufrimiento y el inicio de un corto descenso y el merecido descanso. Sin embargo, en ninguna parte vi el desvío: solamente otra tremenda rampa. Hasta que no he escrito esta crónica no me enteré que era entonces donde debía girar para bajar, por lo que cegado por el esfuerzo me fui a por las subidas mas duras de todo el recorrido. Tramos de tirar a cuatro patas al menos para un servidor, que ya pasaba de echar manos a los cuadriceps mas que nada porque en el lugar donde debían estar no había más que dolor. Ya en el quinto avituallamiento, al ver la poca cantidad de basura acumulada, caí en el hecho de que en realidad me fui por el camino de los machotes y me hice el largo. Después de aquel tramo infernal, quedaban solamente ocho kilometros de bajada. Había que bajar, que remedio.

El buff que conmemoraba la carrera ayudó a aliviar los efectos de un sol de mediodía que ya empezaba a apretar e indicaba que aquello no fue la mejor opción. Al final, discurrí hasta la llegada donde ya los anfitriones estaban esperando desmontar (de hecho, no quitaron el arco hasta diez minutos después de mi llegada). El final fue el esperado: acabé reventado la mañana... aunque mas de lo que esperaba por el despiste y las ganas. Fonollosa es la siguiente cita punktrailera, el 12 de mayo: sin poder hacerla, os la recomiendo... eso si, ojito con el arranque. Pregunten por "la gran picada". O mejor, no pregunten y se la encuentran así de golpe.

Lo masmolista: el ambiente, las ganas del personal, la cerveza en cada avituallamiento.
Lo menosmolista: mis zapatillas, mi nula visión
Parte de bajas: dos cuádriceps. Tuve que esperar al jueves a que me llegaran unos nuevos de Wiggle.



PunkTrail de Sallent 2013 from Kram! on Vimeo.

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